domingo, 8 de agosto de 2010

mi vida dentro. ayer estuvimos en el caixafòrum, un sitio fresquito, moderno y con cuadros dentro. también había una vomitiva exposición de fotografías de jacques henri lartigue, un burgués ocioso que intentaba retener el tiempo y la felicidad en instantáneas de una alegría quieta y desbordante, bella a pesar de todo. después comimos con rosa en un gallego cerca de la calle comerç y poco más, que el día también era en blanco y negro

la línea que une y separa cultura y barbarie. hubo de todo, sí. por la noche, después de cenar, nos metimos soylent green —cuando el destino nos alcance, según su estreno aquí–, de richard fleischer, una distopía setentera de las que te dejan el espíritu apestando a zyklon b. para redundar en la ausencia de futuro, la noche temática en la segunda cadena hasta las tantas

me cuesta respirar. mi vida dentro, de lucía gajá, es la historia de rosa estela olvera jiménez, una más de las mil seiscientas setenta y nueve mujeres mexicanas que cumplen condenas en prisiones de los estados unidos. hablamos de ausencia de la presunción de inocencia, de irregularidades en la declaración ante un policía más interesado en encontrar un culpable que en discernir la verdad de lo sucedido. hablamos de racismo, de machismo, de exclusión del sistema judicial en la —autoproclamada— democracia más poderosa del mundo. hablamos de una mujer indocumentada y inocente devorada por el monstruo. hablamos de cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad y de una mujer que nunca ha visto el mar y morirá sin verlo

me cuesta respirar. son las cuatro de la mañana y escucho la radio, cualquier cosa que me distraiga del dolor en el pecho, en la piel. pienso en wittgenstein porque el viernes fuimos al romea —cuántas cosas este fin de semana, dios– y cenamos almuerzo en casa de los wittgenstein (ritter, dene, voss), dirigida por josep maria mestres según un texto de thomas bernhard. es la dinámica habitual en estos casos: cuanto más grande, mejor; cuanto más incomprensible y pesado y denso, más valioso. para qué decir algo en una hora si puedes utilizar dos y media? sala a tres cuartos de entrada y deserciones a patadas en el intermedio. una paja mental sobre el individuo, la familia y la sociedad; un avecrem del odio y la podredumbre que sentía el autor por sí mismo y por todo lo que podía ver o tocar. un espectáculo la mar de veraniego, creo

esta mañana he acabado diario de un fantasma, de nicolas de crécy, y me ha gustado bastante más de lo que esperaba en un principio. después he escuchado el réquiem, de alfred schnittke, he deshecho la cama y he cerrado los ojos porque me he quedado sin respiración. en el teléfono había un escueto sms: dos puntos, un guión y un asterisco, algo así como una carita dando un beso con forma de estrella, fin de la función