domingo, 11 de abril de 2010

qué quieres conseguir?, pregunta ella. no lo sé, respondo. una casa grande y soleada, una mujer embarazada, un hombre que me resulta vagamente familiar me mira mientras se masturba sentado en un sofá de color rojo. estoy donde quiero estar. el suelo está lleno de gusanos, digo. no puedes pisarlos, añado. dónde tienes una escoba?

barro el primer piso. barro la escalera que baja al sótano, un agujero lleno de luz. cuando me doy cuenta, los gusanos me suben por las piernas y despierto con un grito: son las cinco de la mañana y me siento infinitamente culpable

(la cabeza se mueve deprisa. soy incapaz de recordar qué coño hice ayer por la tarde. una mancha negra en la memoria hasta que ya era de noche y el mundo giraba como un balón de fútbol)