jueves, 24 de diciembre de 2009

(barcelona bajo una llovizna incómoda y fina y las calles del centro llenas de gente con paraguas. compro aguacates en el mercat de la boqueria. compro tomates, cebollas, limas y limones. el domingo haremos guacamole en casa de josep maria)

(he quedado con míriam para comer en el centro, y quien dice el centro, dice el sol. una cerveza y dos y tres, unos buñuelos, algo de fritanga, una sepia a la plancha para ella y un cortado y un té. yo pago, que tengo que celebrarlo)

(a míriam le encanta celebrar cualquier cosa. acaba un contrato de trabajo y empieza otro, menos responsabilidad, igual dinero y también en la empresa pública. está contenta y me invita a comer, compra gilipolleces —un broche con un click de famobil, una cámara estenopeica para montar en casa, un artilugio para dibujar en tres dimensiones con gafas incluidas—, insiste en que me pruebe esas etnies de color naranja. serán tu regalo de navidad, dice, y me abraza)

(míriam se desboca. un gorro con orejeras de pelo sintético y exterior de polar-tex con el que irse a vivir a la puta siberia sin más problemas, un chubasquero rojo tipo capelina y otro chubasquero rojo tipo chubasquero. son las cuatro y veinte de la tarde. ella cenará en casa de sus padres. yo no tengo muchas ganas de nada pero llamaré al sr. linares por si han quedado en el bar de siempre)

(no me gustan las navidades. evidencian todas mis carencias como individuo, tanto a nivel afectivo como social y familiar, incluso económico. en cierto modo, es preferible seguir trabajando y no tener que pasar por ésto. mònica me ha llamado y quizás quedemos el miércoles para tomar algo. le he comprado a mi madre un par de jerséis de lana, uno de color verde botella y otro mostaza, ambos de cuello vuelto, y le han gustado mucho. no tenías que haberte molestado, dice. tu hermano está enfermo, añade. se me estropeó el teléfono, sigue. no sé bien qué decir, pero hace tiempo que no creo en las soluciones mágicas, ojalá)