domingo, 4 de octubre de 2009

una vitrina. detrás del cristal, dos pequeños cuencos llenos de caramelos. camino desnudo por la casa a oscuras. hace frío. cojo un sugus sin mirar el color y lo mastico. sugus azul es sugus de piña. sugus de piña pegándose en los dientes. sugus es felicidad cuando tienes cuatro años y cuando tienes treinta y nueve

me vuelvo descuidado. dejo el ordenador en reposo con diez navegadores en pestañas. pornografía. escritura. un diario que nadie lee. mis poemas. mi basura. mis mamadas. mis putas. soy vulnerable: cualquiera podría ver cómo soy de sucio, con las venas llenas de vergüenza y el corazón encharcado. mi equilibrio pequeñoburgués podría empezar a tambalearse pero no me importa. en el fondo, es como si estuviera deseando que todo se termine de una puta vez

(míriam llega a medianoche. huele a humo. voy a ducharme, dice sonriendo. borro el historial y apago el ordenador. hemos cenado en una crepería, nos hemos quedado en rubí, hemos hablado de las vacaciones, al final han venido juanpe y eli y el patata y noemí y ramón y la hermana de noemí y manolo y isa y míchel y un largo etcétera. crêpes y cervezas para todos. míriam está contenta, enciende el portátil, busca unos videos en youtube, los comentamos. a mí no me parecen falsos, digo. hablamos de ovnis y de vida extraterrestre pero tengo la cabeza muy lejos, mucho)