jueves, 28 de mayo de 2009

no sé explicarte por qué, pero hoy tienes mil arrugas más que ayer, me dice el espejo. y sigue: hay cosas que necesitas hacer un millón de veces antes de entenderlas

no hay mucho que entender con lo de las arrugas: he dormido poco y ayer bebí más de la cuenta. llevo todo el día trabajando en proyectos que me son indiferentes y con los que trato de establecer algún tipo de relación afectiva. el sol entra por la ventana entre las ocho y media y las nueve y cuarto quemándome los ojos. nubes de polvo que se revelan en la luz como constelaciones que respiro y devuelvo al espacio en forma de violentos estornudos. ni qué decir tiene que me noto más y más hinchado a cada instante que pasa, como si, en el fondo, fuera incapaz de soltar el aire que me llena los pulmones

(la verdad es, ciertamente, una buena mierda)

pero con lo de las cosas un millón de veces antes de es diferente. soy incapaz de entender nada, ni un millón ni una sola vez. las cosas se hacen por inercia y duelen sólo si piensas en ellas. apenas se desgastan. en ese sentido, ellas son unos cuchillos fabulosos y yo, el perro más tonto de la perrera

(todo ejercicio de sinceridad es, a la larga, un agujero con tu nombre escrito)