lunes, 4 de mayo de 2009

nada espectacular en nuestras vidas. cotas de euforia que contrastan con simas silenciosas en las que nada es suficiente. una máscara nos protege de los demás, convenciéndonos a nosotros mismos de la veracidad de las respuestas y alejándonos de la vida real. caminamos a oscuras, esperando encontrarnos la felicidad entre la hierba

(mirar las estrellas, recorrer la vía láctea, añorar cualquier instante de paz anterior, superponer las ventajas de vivir anestesiado a vivir herido y colgar el teléfono a las nueve y cuarto de la noche)