jueves, 21 de mayo de 2009

jueves por la tarde. una chica con una camiseta amarilla y ocre, dibujos geométricos, sin mangas, zapatillas deportivas, pantalones vaqueros, gafas de sol. una vieja pelirroja, tinte barato, blusa blanca, bolso azul, falda azul, zapatos azules. dos adolescentes en moto. conozco a uno de ellos: es de los que iban los viernes al bar de siempre, se ponían hasta el culo y después la liaban. fantaseo con que se mata y todo el mundo habla bien de él. es un barrio, así que todo el mundo se conoce. fantaseo con cagarme en su puta madre. fantaseo con follármela. fantaseo con algo que me hace apretar los dientes de satisfacción

la epidemia de las embarazadas. todas las preñadas tienen los pies hinchados como animales putrefactos, las uñas sucias y rotas, picaduras de mosquito en el empeine. todas las preñadas caminan como elefantes moribundos, con la frente sudada y el pelo recogido en una coleta que da asco. todas las preñadas llevan un racimo de niños pequeños colgando de ellas, todos con la cabeza abierta, con el moco colgando, con las manos pegajosas de la merienda de supermercado. imagino a las preñadas follando, como gigantescas máquinas de sangre y mierda que son capaces de gemir y dar placer a cualquiera, empezando por el tipo gordo que está todo el día en la puerta del taller mecánico, el mismo que tiene un seat panda tuneado como un tanque del ejército. sé que se llama jordi y no ha trabajado nunca. es la clase de tipo al que no me gusta cruzarme porque siempre me lo imagino follando y me dan arcadas

odio la gente con sandalias y pantalones piratas. ese cerdo fuma y tira la colilla al suelo. es un buen padre de familia que no duda en estafar a la hacienda pública todo lo que puede. sus niños son como él: pequeños lechones apestosos que se arremolinan en sus piernas sudadas. la imagen me hace desear que un coche se los lleve a todos por delante, justo enfrente de la juguetería de la calle padró. ni qué decir tiene que se me acelera el corazón de felicidad

hablo con dani y consigue hacerme reír. he tenido un día tenso en el estudio. mucho calor, mucho trabajo, muchas horas en la misma posición. me miro en el espejo y veo una gallina ponedora. a veces se me pone la polla dura pero no sé qué hacer con ella. es una especie de termómetro de mi hartazgo, pero me pone contento