sábado, 18 de abril de 2009

siete de la mañana. un dolor punzante me recuerda que estoy vivo. medio dormido, consigo llegar al lavabo. abro los ojos. una gota de sangre en el suelo, perfectamente roja y brillante como un espejo. pienso en dalí, en su vaso de vermut con una gota de sangre de perdiz. pienso en la perdiz desangrándose lentamente. pienso en mí como un animal hinchado, como un viejo que apenas se controla