philip glass brilla en el aire de la mañana. me hace feliz, me entristece, me provoca emociones preciosas y ahogadas, intensas como sacudidas eléctricas. la música de philip glass me hace desaparecer
lourdes ayer no se encontraba bien. hubiera querido cuidarla siempre en el último abrazo, retenerla así, siempre en mi pecho. lourdes alejándose en el andén y la rutina esperándonos con los ojos cerrados y las mejillas pintadas de rojo
me gustan los días con ella. son los únicos en los que sé que soy realmente feliz. el resto del tiempo es sólo un proceso de imitación del que disfruto más o menos, dependiendo del día. míriam es un animal tibio que escarba en mi corazón intentando hacerse un huequito. de begoña me cuesta recordar su sonrisa. ni rastro del resto de mujeres, reducidas a carne y palabras, a un número de teléfono
lourdes se aleja en el andén. con mi mirada sigo la línea de su espalda y cada uno de sus pasos. mi mano dice adiós en el cristal pero ella no me ve. lunes, ocho de la tarde, fin de la prórroga