jueves, 8 de enero de 2009

puedes hacerte un bocadillo pequeño de mantequilla con el pan caliente. la grasa se deshace en un bonito color dorado. también puedes pintarte las uñas de los pies, reírte de los demás en el tren camino a casa, pero sólo para ti, sin que nadie lo note. si no, tendrías problemas. puedes dibujar una puerta con el rouge de tu madre en la pared del comedor y irte lejos, a sentarte en cualquier salón de juegos, con ciclones y luces de esas que te hacen clic-clic-clic-clic en el cerebro, a esperar a tu padre que viene a salvarte de la navidad, bajando la escalera del mercante tan rápido como es capaz para que su princesa no llore nunca más

(me doy consejos, trago saliva, dejo que veintiséis pastillas de phonal se deshagan en mi boca porque me duele la garganta. joder, qué ganas tengo de largarme de aquí. estoy en el estudio, delante del ordenador, sin darme cuenta de lo afortunado que soy por poder trabajar en algo que más o menos me gusta)