miércoles, 24 de diciembre de 2008

el cant dels ocells, de albert serra, es una mierda de película. en la primera sesión del maldà hay catorce personas, yo me duermo un par de veces y al salir ya es casi de noche. las calles están llenas de gente absolutamente idéntica. para no tener la sensación de haber perdido la tarde, me compro una sudadera de color negro en el foot locker de portaferrissa. curioseo en algunas tiendas antes de coger el tren de vuelta. zapatillas y zapatos, complementos en un hipotético disfraz de persona normal. el poder mágico de las marcas. sin relación con lo anterior, pienso en cómo mengele se ahogó en mil novecientos setenta y nueve en una playa brasileña, muriendo viejo y impune. pienso en todas las cosas que vieron sus ojos. en lo que tarda un hombre en morir cuando le inyectas benzeno en el corazón. próxima estación, cerdanyola del vallès. cuando cruzo el puente sobre la autopista sé que la humedad nos acabará matando a todos