martes, 16 de diciembre de 2008

acidez de estómago, pero eso puede ser cualquier cosa

y las manos me huelen a tierra mojada desde hace días

y esta tarde tengo sesión de acupuntura. pablo me preguntará qué tal todo y a mí me dará pereza decirle la verdad. todo bien, le mentiré, y intentaré dormir un rato con el alma llena de agujas

(puedo estar más pálido por el frío, o por la llovizna que empezará a caer en cuanto apague el ordenador y que me seguirá por el camino)

no le contaré del ardor de estómago. tampoco del almax forte en suspensión que tomé ayer por la noche. tampoco de las diarreas escalofriantes de después. lo ponía bien claro en el prospecto, pero no lo leí. mala suerte, porque siempre lo hago. debo volver a ser más cuidadoso. la duración de la enfermedad, la persistencia de los síntomas me vuelve negligente, descuidado. la enfermedad me vuelve idiota

(estrujo el sobrecito y es como una mamada fría con sabor a menta, blanca y espesa llenándome la boca. pensé en mis amantes y en lo mucho que me han querido. me morí de pena mientras tragaba esa mierda)