jueves, 6 de noviembre de 2008

la primera vez que maté, confiesa jacques mesrine al entrevistador, tenía ocho años. disparé con una escopeta de aire comprimido sobre un gorrión. hacía frío y se revolvió en el aire un instante, aleteando. corrí hacia él y lo tomé en mi mano: la sangre caliente me llenó los dedos. no sentí nada más que un calor húmedo

(jueves. es ridículo abrigar esperanzas. no me imagino más viejo que ahora. hoy juank cumple treinta años. ayer, cuando volvía a casa, lo pensaba: cuando sea viejo estaré solo. me detuve delante de un escaparate. la tienda a oscuras, carteles anunciando ofertas. solo. adidas a treinta euros. últimos pares. medianoche, con las manos en los bolsillos y nadie en la calle. solo y escribiendo en libretas para no olvidar nada. cadenas hechas de palabras, boyas en altamar, con las ventanas cerradas)

(meo, pero antes me lavo las manos y la cara. me seco con papel higiénico. después de mear me vuelvo a lavar las manos y la cara. me vuelvo a secar con papel higiénico. el espejo del cuarto de baño distorsiona el mundo en los bordes. no es completamente liso y allí soy una imagen distorsionada de mí mismo. me acerco, me miro los dientes, hago muecas. hace semanas que debería afeitarme. es un paso tímido hacia el abandono)