jueves, 2 de octubre de 2008

una reunión de vecinos en la que todos gritan. no tengo nada que decir. los mandaría a la mierda pero no lo hago. bostezo. me harto. pienso en mis cosas. hoy he buscado fotos de mujeres mastectomizadas. en consecuencia, de pechos con cáncer. heridas como flores muertas después de la quimioterapia. en eso ocupo mi tiempo

el paro no deja de crecer. las fábricas siguen cerrando. el miedo se sienta en la mesa como uno más de la familia. todo se reduce a unos gráficos de colores y a cifras. a acusaciones mutuas. más bostezos. las noticias son un resumen de lo peor del ser humano. esta noche grabaré dexter. eso me hace feliz

hablé con begoña esta tarde. me da miedo cuando te quedas callado, me dice. lo siento, respondo. cuenta tu algo, propongo. es que no tengo nada que decir, contesta ella. la imagen de mí mismo subido a una silla con una pelota en la nariz. soy la estrella de esta función improvisada de circo y acabo de ser sorprendido por un montón de niños aplaudiendo

mañana nos veremos. y pasado también. aprovechar todos y cada uno de los ratitos que ella tiene libres. bien, de momento no me niego a nada. no tengo ganas, pero me miento a mí mismo y me digo que sí, que estará bien, que será sólo un rato. me gustaría que la relación estuviera más equilibrada y poder decidir también yo cuándo vernos, pero eso no es posible ahora. me sigo sintiendo un animal obediente, un animal de paciencia infinita. tengo miedo de abrir la boca y que se vea el cerdo que llevo dentro

no hablo mucho, no. arrugo la nariz y pienso en todos los muertos que están apareciendo en tijuana. paisajes desolados como un vertedero humeante en el que juegan chiquillos mugrientos. colmenas de cemento en las que convertirse en adulto. recuerdo que mi infancia siempre huele a quemado. hacíamos hogueras al lado de la autopista. pavesas atrapadas en el humo, elevándose hacia el cielo. a veces creo que no he conseguido irme nunca de allí, de esas noches

(los maricas se quedaban en el coche de lorenzo, tocándose las pollas hasta hartarse. el cristal empañado escondía todos los secretos de la calle)