martes, 21 de octubre de 2008

tarde de finas agujas de metal y lámpara naranja. tarde de dormir en mi hora de acupuntura cada dos semanas. cero ganas de, de todas maneras. hay días que sí y días en los que bueno, pero hoy no. hoy no tengo nada de ganas. pese a ello, me desnudo y me tumbo blandamente en la camilla. la ropa doblada en una silla. en un ratito, la luz se hará tenue y la música —arpegios de piano, cascadas y violonchelos, gregoriano de dudoso clasicismo— acabará desapareciendo en mi sopor. fantaseo con un trocito de chocolate. quizás compre una tableta al volver a casa, antes de que cierre el condis de la rambla. guardarlo en la nevera, para que sea poco a poco

(sueño que llueve. sueño que estoy en una ciudad que no conozco en el fin del mundo. el asfalto brilla con la lluvia. edificios como avisperos de color rojo oscuro. cables de alta tensión temblando contra el cielo)

(sangre que se seca en los dedos. el sabor negro en mi boca. necesito atreverme. lamo un sexo menstruante como prueba de amor. puro egoísmo: sólo lo estoy haciendo por mí, para demostrarme que yo también puedo hacerlo. soy basura)

el sueño se desliza por las calles de esa ciudad, desvaneciéndose al cabo de poco. la imagen de mi amante dura más, una vida entera