sábado, 25 de octubre de 2008

la estructura de hierro oxidado que aguanta el depósito de agua y moreras de hojas amarillas por el sol. más allá, viñas hasta donde alcanza la vista y torres de alta tensión que parten de la subestación eléctrica hasta el infinito. la luz de la tarde hace brillar el granate del óxido. me gusta mirarla con los ojos entornados porque puedo imaginar que el silencio lo envuelve todo y que lluevo por dentro, limpiándome

(camino despacio por la casa vacía. todos duermen aún. me he duchado con un hilo de agua hirviendo. después he ordenado la cocina y lavado los platos. en el jardín están todas las sillas vacías. las palabras se empeñan en seguir latiendo allí, en mitad de ninguna parte)