jueves, 30 de octubre de 2008

he visto al viejo esta mañana. damián limpia con la manga el retrovisor de su furgoneta, transportes ángel garcía. por damián no pasan los años. está igual que cuando esther y yo follábamos en el sofá de su casa los sábados por la tarde. mi padre está loco, decía ella. a mí sólo me parecía un señor muy flaco con bigote. millones de locos y de flacos, millones de locos flacos, gordos locos, locos que compran mandarinas y suben de dos en dos las escaleras de su casa. la verdad es que nunca me he podido concentrar mientras follo

su madre, en cambio, está hecha un buen cerdo. hace años que no me saluda y, francamente, me suda el nabo. trabajaba en la esselte y una vez la hicieron empleada del mes

la primera novia, qué puta risa. hace un millón de años que no veo a sus hermanos. a ella tampoco, pero siempre que voy a correos recuerdo que me ponía los cuernos en la mesa de billar del bar pastora. teo tenía la cara llena de granos y la misma polla que un rinoceronte. luego había otro tipo, uno con una moto roja y que era yonqui. y otro más, pepe, al que a veces veo con dos niños pequeños. esto es un pueblo, así que es imposible romper del todo con todo. somos amigos, dijo ella, dame un último beso. obedecí, pero menuda mierda. uno es imbécil a los dieciocho años