jueves, 24 de julio de 2008

el aire de la tarde es extraño, quieto y tibio. el cielo es un vientre de plata que se desliza apenas, un millón de kilómetros por encima de nuestras cabezas. los gorriones vuelan bajo y desde el patio escucho la música que tengo fuerte en el itunes. me acaricio el vientre, me fijo en la higuera, en cómo este año se ha atrevido a dar frutos. son ocho y maduran lentamente. las antenas de televisión como insectos que arañan las nubes que se quedan dormidas. es jueves, sí. sólo un empujoncito más y casi habremos alcanzado la libertad tramposa del fin de semana

quizás llueva, dijeron algo así en las previsiones meteorológicas. no importa demasiado. dentro del mac desde el que escribo no llueve nunca. siempre es una primavera perfecta en la que salir a pasear todas las tardes por las vidas de los demás. y saber cosas que nunca tendría que saber. y conocer gente que nunca reconoceré por la calle. y sentirme seguro porque así nadie me huele el animal que llevo dentro

está empezando a oscurecer. han sonado un par de truenos largos y lejanos y betty ha empezado a ladrar. turn on the bright lights está a punto de acabar. es el disco que más escucho últimamente. he eyaculado en un trozo de papel higiénico y me he lavado la cara. he buscado información sobre aude picault en el google y he hecho una lista mental de las cosas que tengo que comprar mañana al salir del trabajo. espero no olvidar nada