lunes, 16 de junio de 2008

el aire caliente de la tarde, un millón de niños jugando en un parque, el sudor que me perla la frente, las ganas de desaparecer aquí y aparecer allí, donde nadie nos vea. los árboles están preñados de bellísimas flores amarillas

(esta tarde, toda mi creatividad era un bostezo. chapurrear colores sin gracia en la pantalla. imposible hacer un trabajo en condiciones. tres horas tiradas a la basura porque soy incapaz de concentrarme)

(yolanda me habla de sus vacaciones, de su jornada laboral, de las piruetas que tiene que hacer para conciliar la vida familiar y el trabajo en la oficina. habla constantemente de su marido. nunca antes lo ha hecho, a pesar de que existe una relativa confianza entre nosotros. no es la primera vez que la imagino follando. parece mucho más joven de lo que realmente es. conozco de vista a su marido y es un gilipollas con el pelo cortado a cepillo. como ella no deja de hablar de él, cada vez que ríe la imagino con una polla en la boca, con las gafas en la mesita de noche. el ruido tembloroso de dos cuerpos que sudan. empiezo a marearme y me despido con casi mi mejor sonrisa. ella es la secretaria de un tipo que a veces me encarga trabajos de imprenta. unos euros en negro que suponen una cerveza, un libro. con suerte, unos zapatos. hoy era día de cobro)

la suma de todas las pequeñas cosas es mucho más que un todo