lunes, 12 de mayo de 2008

tomo las pastillas cada ocho horas más o menos, con el ritmo regular de las comidas. son las únicas que tomo, grandes, duras, brillantes, anaranjadas y con forma de balón de rugby ligeramente aplastado. siempre las tomo sin líquido, sólo por el placer de sentir el esfuerzo casi sexual de empujarla garganta abajo. invariablemente pienso en heather brooks, otra efímera reina del porno como cincuenta más. tengo la cabeza llena de mierda, una mierda triste y apagada de la que sólo consigue alejarme algo inesperado

(la conversación de teléfono con S dura treinta y un minutos justos. la paz tiene la cadencia de su voz y la forma que recuerdo de sus manos. tengo suerte de poder escuchar su risa, separada de la mía por una distancia que se mide en electricidad. ella sabe que todas estas palabras son suyas, de una manera celeste que apenas sabría explicar)