lunes, 14 de enero de 2008

tengo un millón de libros y todos, casi sin excepción, son una mierda que acumula polvo en las esquinas, apilados. una mierda que a veces hojeo y en la que descubro alguna huevada apuntada o un papel o una fotografía amarilleando. por debajo, muy por debajo de la música que escucho*, como una corriente submarina, suena el rumor del horno eléctrico en el que se calienta la cena, una pizza tarradellas tan triste como una semana llena de lunes. un poco más de queso y la cadena de recuerdos: esa chica cruzando un semáforo hace quince años, la mirada de reojo de piedad, la última vez que vi a fernando —fue en un autobús y tenía las uñas sucias—, la primera vez que fume y tosí hasta llorar cuando intenté tragarme el humo

*albinoni o algo así de atroz. richter, steffani, lo que pongan en la radio