domingo, 25 de noviembre de 2007

no aprenderé nunca, no. suena el teléfono fijo y, a pesar de que es un número de teléfono móvil que no conozco, lo cojo. la voz de mi padre que saluda. una conversación tensa en la que me informa que ha estado ocho días ingresado en un hospital. no sé qué decir porque no tengo nada que decir. hablamos también de perros y de una vez cuando él era pequeño que uno le mordió

(al colgar me imagino la escena. llamará gloria, su pareja, para informarnos de su muerte. será un día como cualquier otro)

la diferencia con otras veces está en que hoy sí me siento culpable por ser así con él, el pobre viejo