lunes, 5 de noviembre de 2007

lunes, para qué pensar? la vida que me espera aquí es idéntica a la de antes, a la de hace tan sólo una semana. llevo siete meses consumiéndome lentamente. me he duchado y pesado antes de ir a trabajar (he llegado una hora tarde) y estoy en sesenta y seis kilos, algo que pesaba cuando tenía veinte años. pero eso no es malo. lo triste de todo esto es que, cada día que pasa, es el corazón el que pesa menos, el que se deshace en hilitos. tanto se va borrando, que cada vez tengo más miedo a no tenerlo en el pecho, como si vivir se estuviera convirtiendo en una cadena de inercias que hago sin apenas esfuerzo, un puñado de recuerdos a los que pongo palabras y sensaciones y que ignora sistemáticamente la vida de verdad, la que me mira insistente desde el otro lado de la valla y me llama de vez en cuando, no sé bien para qué