lunes, 3 de septiembre de 2007

me gustan las tardes amarillas. si miras el cielo, las nubes que pasan encima de ti son como madejas doradas y brillantes. vienen preñaditas de desierto y murciélagos diminutos que se vuelven locos en un vuelo errático. quizás hoy no caigan gotas. ni mañana. quizás esté esperando para llover más adelante. lo que sí sé es que, en ese momento, de pie en el patio que es jardín, allí entre los árboles, soy casi feliz y ya nada puede romperme

lluvia de plata al fin