jueves, 19 de julio de 2007

he estado con daniel esta tarde. hemos ido a cambiar el casco que le regalamos para su cumpleaños hace un par de semanas. una tienda enorme en la calle rosselló. cola de gente para que nos atiendan y, allí, entre esa pareja de chicos pelirrojos y la morena alta de traje chaqueta y culo tatuado, fernando, mil años después. frases y sonrisas que no sirven para nada. cuánto tiempo, qué haces, qué te cuentas, dónde estás. manresa, ripollet, gràcia. un largo etcétera de miradas que se huyen

fuimos amigos, o muy conocidos, o simpatizamos, o no sé cómo era, pero era, aunque de eso hace mucho tiempo. después él se folló a mi novia durante mucho tiempo, le rompió el corazón y yo empecé a sentir un asco físico por su presencia. supongo que el mismo asco físico que pueden sentir otras personas al saber que yo me he follado a sus novias o a las novias de sus amigos o a sus madres o sus abuelas o yo qué sé. el caso es que allí estábamos los tres, daniel con el casco amarillo en la caja de bultaco, yo con los pantalones caídos y fernando con su sonrisa y su pasión incendiaria por las cosas

y en la puerta, una derbi impala, la suya, y saber que ojalá no nos volvamos a encontrar

que ya no hay fiestas